Aunque suene como un ingrediente inofensivo, el arroz de cervecería es solo un subproducto barato de la industria arrocera. No es arroz entero, ni arroz integral, ni arroz saludable.

Es lo que queda cuando se procesan los granos para consumo humano: fragmentos rotos sin casi nutrientes.

¿Por qué es malo para tu mascota?

• No nutre: tiene un valor nutricional muy bajo. Prácticamente no aporta proteínas, vitaminas ni minerales importantes.
• Solo llena, no alimenta: se usa como un "relleno barato" para abaratar el producto, no para mejorar la salud de tu mascota.
• Desplaza lo bueno: cuando ves arroz de cervecería como primer o segundo ingrediente, significa que hay menos proteína real y menos ingredientes funcionales.
• Puede afectar la digestión a largo plazo: algunos perros y gatos sensibles pueden presentar inflamación, alergias o digestión pobre cuando comen alimentos basados en subproductos como este.

El gluten de maíz es un subproducto del procesamiento industrial del maíz.

No es maíz natural ni una fuente de nutrientes completa. Se utiliza en algunos alimentos comerciales como una fuente de proteína vegetal barata, pero no es lo que tu peludo necesita.

¿Por qué evitarlo?

• No es proteína real: los perros y gatos son carnívoros. Necesitan proteínas de origen animal, no vegetal. El gluten de maíz tiene un bajo valor biológico, lo que significa que su cuerpo no lo aprovecha igual de bien.
• Puede causar alergias o sensibilidades: aunque no todos los animales son alérgicos al maíz, el gluten de maíz es uno de los ingredientes más asociados a intolerancias digestivas y problemas en piel y pelaje.
• Se usa para maquillar la fórmula: muchas marcas lo incluyen para subir el nivel de “proteína” en el empaque, aunque no sea proteína funcional ni beneficiosa.
  
  Es decir, parece que el alimento tiene mucha proteína, pero no es de calidad.
• No aporta beneficios reales: no tiene ácidos grasos esenciales, ni vitaminas relevantes, ni mejora la digestión.

Los saborizantes cárnicos son ingredientes artificiales o procesados que se añaden a muchos alimentos comerciales para dar “sabor a carne”, sin que realmente contengan carne.

Parecen inofensivos, pero pueden estar ocultando la falta de proteína real en la receta.

¿Por qué no son buenos para tu mascota?

• No es carne, es solo sabor: estos saborizantes no aportan proteínas, vitaminas ni minerales. Solo están ahí para hacer que el alimento sepa mejor… aunque la calidad real sea baja.
• Engañan al paladar (y al humano): un perro o gato puede comerlo porque le gusta el olor o sabor, pero eso no significa que esté recibiendo lo que necesita.
  
  Y tú, como tutor, puedes pensar que estás dando “pollo” o “res”, cuando en realidad no hay nada de eso.
• Pueden causar intolerancias o alergias: al ser mezclas químicas o derivados cárnicos de baja calidad, pueden generar reacciones digestivas o en la piel, sobre todo en animales sensibles.
• Son comunes en alimentos de baja calidad: los productos que usan saborizantes cárnicos suelen tener menos proteína real, más subproductos y menos ingredientes funcionales.

El cloruro de sodio (sal común) en cantidades excesivas puede tener consecuencias negativas en la salud de perros y gatos. Aunque en pequeñas cantidades es necesario para funciones corporales básicas como el equilibrio de líquidos y la transmisión nerviosa, su exceso puede ser peligroso, especialmente en animales con predisposición a:

• Problemas renales: La sal en exceso fuerza a los riñones a trabajar más, acelerando el daño en perros y gatos con insuficiencia renal o riesgo de enfermedad renal crónica.
• Presión arterial alta (hipertensión): Un alto contenido de sodio puede provocar aumentos en la presión arterial, afectando el corazón y los vasos sanguíneos.
• Deshidratación: El exceso de sal estimula una mayor pérdida de agua corporal y puede llevar a episodios de deshidratación, especialmente en climas cálidos o en mascotas que no beben suficiente agua.

Los subproductos cárnicos y harinas anónimas son ingredientes comúnmente utilizados en alimentos para mascotas de baja calidad. Estos subproductos pueden incluir partes no deseadas del animal como picos, plumas, patas, órganos no aptos para consumo humano e incluso tejidos de origen no identificado. Cuando un alimento indica “harina de carne” o “harina animal” sin especificar la especie (pollo, cordero, etc.), hablamos de ingredientes anónimos y poco confiables.

Estas fuentes:

• Carecen de trazabilidad, por lo que no sabes qué tipo de carne está consumiendo tu mascota.
• Tienen menor biodisponibilidad, lo que significa que el cuerpo del animal no los absorbe ni aprovecha igual que una proteína fresca o deshidratada real.
• Pueden generar alergias e intolerancias, especialmente en animales sensibles o con condiciones digestivas.